RELATO DONDE PEDRO DE ALVARADO MALDICE CUZCATLÁN.

Uno de los baluartes escritos  mas completos de la historia sobre Cuzcatlán expuesto en la obra  de la conquista por el profesor Jorge Lardé y Larín,  El Salvador: descubrimiento y conquista , narra la crónica de que Alvarado pide oro a los principes tlatoanis de Cuzcatlán por eso de los relatos de Nequepio que llegaban hasta tierras mexicas. Y en sí por lo que la palabra Cuzcatlan significa en nahuatl: Lugar de joyas y tesoros. Pues resulta que el hábil conquistador extremeño de carácter descomunal, y de alto espíritu soberbio  piensa que los principes irían a arrancar oro puro de sus paredes y se las llevarían, derrumbarían ídolos de oro  y se las llevarían, gran expectativa de Tonatiuh y su pelotón conquistador a la espera de los señores de Cuzcatlan, que ceremoniosamente  se miraban llegar desde lejos con incienso de copal, marchas guerreras engalanadas con exóticos adornos. Cuando el gran príncipe llega ante Tonatiuh ,  saca de su bolso de piel de venado unas cuantas cositas diminutas muy amarillas que no llegaban a ser oro si no puras aleaciones de otros minerales, y Alvarado golpea las manos de estos señores, y arrebatado por la furia grita a sus soldados que "herren a los indios". La frase que se toma del libro de Lardé y Larín es que Alvarado vocifera sobre el valle de Quezalcuatitan: " Vámonos de aquí , dad tal tierra al diablo y a todos estos indios herradlos como esclavos". Dicen que esa fue la última vez que se vio al gran príncipe de Cuzcatlán un relato ratificado por el mismo defensor de los naturales Fray Bartolomé de las Casas, archienemigo del clan Alvarado, y gran promotor de las ordenanzas de Barcelona donde se le da la calidad digna y humana a los habitantes del nuevo mundo (para los conquistadores).