IMENDIA: EL DISCURSO POPULISTA EN UNA SOCIEDAD REALISTA
El discurso populista de candidatos y políticos ha venido
siendo aceptado por mucha gente, es un discurso que mercadea la fantasía y eso
es audible para las masas.
Construir expectativa en la masa por medio del discurso
fantasioso como: Un aeropuerto en la zona oriental de El Salvador existiendo
uno moderno como el Monseñor Romero en
Comalapa La Paz o el de la base militar de Ilopango es rayar en lo más
populista. Así también el tema del empleo como aquella famosa Fábrica de
Empleos con la que el candidato Mauricio Funes sedujo a la masa en el 2009.
Otra es la pena de muerte que acrecienta la pasión en el discurso populista y
fue muy usada por el ex presidente de la Asamblea Legislativa Guillermo
Gallegos.
El político vividor populista se adueña de la temática
creando expectativa en la gente,
principalmente la menos pensante,
creando una necesidad que no existe y queriéndola hacer prioritaria. Así
han endeudado los populistas a los pueblos en obras innecesarias acrecentando la deuda pública y a que vivamos endeudados por
siglos, un ejemplo de eso es la famosa Alternativa Bolivariana para los Pueblos
de Nuestra América (ALBA). Terminó
acabando el andamiaje productivo de la industria petrolera venezolana.
El discurso populista es enemigo de la realidad social y
económica de los pueblos, de crear ajustes y pactos fiscales, austeridad o de
canalizar recursos a sectores donde más se necesitan.
Sólo un político o candidato con mente fantasiosa e inmadura
tendrá como aliado al populismo de su discurso y excluirá temas reales de
nación que las inmensas mayorías necesitan.
Por un tan solo voto se justifica la sarta de mentiras que
se pueden incluir en el discurso populista en donde se maquillan bien las
antiguas mañas de la política sucia. Es discurso de un político populista se
caracteriza por ser ególatra y por jamás incluir en sus líneas frases como: “Trabajemos
juntos” o “Construyamos juntos” el fin
es individualizar la benevolencia de un falso mesías que saluda con el sombrero
del dinero de los contribuyentes.
También el discurso populista cuenta con la dinámica de culpar a
segundas personas y de enaltecer la fantasía con todo tipo de cursilería. Dicho
discurso no evoca al trabajo o a aprender a pescar sino a conformar a la masa a ser asistidos
como las polvorientas artimañas de los ejes comunistas.
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