Por mucho que brinquen, que anden molestando los domingos tocando el timbre de las casas, que se vistan de vacas en sus cultos, estas sectas son como ríos secos sin vida, no tienen una Madre como la Virgen María, ni los sacramentos ni la Eucaristía. Es simplemente llegar a una fiesta social sin mayor relevancia. Viven huérfanos, porque a pesar de tener Madre, como la Virgen María que es Madre amorosa de la humanidad, no la reconocen y la desprecian. Por esa razón las sectas del mundo viven en condición de orfandad. Que triste, teniendo una Madre amorosa que escucha cuando le suplicamos por alguna dificultad corre en nuestro auxilio. Las sectas viven en ese orfanato gris, de simpleza y sin rumbo. Así lo han querido. Mientras nosotros tenemos Madre de la Iglesia que siempre está con nosotros.
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