HEROES Y SU ÚLTIMA GRAN GIRA.
POR CARLOS FRANCISCO IMENDIA
El grupo zaragozano Héroes del
Silencio hizo su presentación en San
Salvador hace 24 años, uno de los pocos grupos de rock que se presentaron en
suelo salvadoreño en pleno apogeo, Héroes promocionaba su gira Avalancha 96 y
mismo nombre de su álbum. Quienes trajeron a Héroes del Silencio a dar ese
concierto sin precedentes fue la Organización Empresarial Femenina (OIF)que precedía la empresaria Ildiko de Tesak , quien también compartió la conferencia de prensa con los
Héroes del Silencio en San Salvador en
1996. El concierto se llevó acabo en el gimnasio nacional Adolfo Pineda, cuya
capacidad casi se alcanzaba alrededor de las 3:00 PM. El vapor de la multitud
era impresionante, olores de todo tipo, cigarro y cannabis, cerveza y vodka, circulaba
en la impaciente multitud, el Adolfo
Pineda crujía ante el grito al unísono
de: Héroes, héroes, héroes, héroes. Los
REDD fueron los teloneros de los HDS, por cierto se apuraron a cantar sus
canciones antes que les cayera encima una lluvia de latas y objetos, pues la
masa roquera quería escuchar ya a HDS. Primero, el escenario queda a oscuras, y entre
un juego de luces y espeso humo, surge Enrique Bunbury y saluda: “ Muy buenas
noches San Salvador, es un gusto estar con ustedes, bienvenidos a la Avalaaaaaancha”. Y
arrancó el concierto con la canción deshacer el mundo. La multitud hacia retumbar el gimnasio y el
escenario se movía y nosotros el staff de seguridad nos aferrábamos a la
tarima. La cara extasiada del publico era impresionante así como la volátil
adrenalina que se desataba con todas las canciones. Luego vinieron, Entre dos
tierras, el camino del exceso, Maldito duendo, días de borrasca, la más coreada: La chispa
adecuada, el héroe de leyenda, opio, avalancha.
Bunbury vestía un pantalón
acampanado con lentejuelas, sus flacas
piernas con poca musculatura, pero con una potente voz que hacía vibrar al
público y su aspecto parecido al de Jim Morrison, llegó el momento del primer descanso, y bajó
el grupo a los camerinos, que era una
adecuación de las duchas de los basquetbolistas, logramos entrar, con Ramfis
Ayala mi inseparable amigo de colegio, el locutor y experto en rock Nelson “ El
Extraño” Hernández y el locutor y buen amigo Francisco Sigüenza, descansaban los Héroes, mientras saludábamos a
Enrique Bunbury, Alan Buguslawsky, Juan Valdivia y Pedro Andreu, que compartían
relajadamente mientras se disponían a subir al segundo bloque del mítico
concierto. La segunda parte fue más intensa, y los HDS gastaban sus últimos cartuchos
con sus mejores canciones, recuerdo la
canción iberia sumergida, en donde Bunbury compenetrado en la letra, golpeaba
la tarima con un trípode y salían volando
las astillas, el escenario era
impresionante, y el sonido era algo nunca visto durante toda esa década. El
mejor concierto de rock de los 90s en la historia de El Salvador. A pesar de que el concierto había terminado,
la adrenalina pululaba en el gimnasio, por ahí quedaban algunos caídos en
guerra, algunos rastros del exceso. La calentura del Adolfo iba bajando poco a
poco. Los Héroes ya habían abordado una suburvan propiedad de la familia Tesak
que los llevaría al Hotel Presidente donde se hospedaban. Recuerdo que del gimnasio Nacional nos
trasladamos, Ramfis y mi primo Emilio “Milo” Carrillo a dicho hotel. Llegamos justo cuando los Héroes se bajaban,
todavía tuvieron la amabilidad de posar todos juntos para Ramfis, mi amigo andaba
una cámara, y quizás era el más
extasiado ante la presencia de sus ídolos ibéricos. En ese momento fue la ocasión para firma de
autógrafos, conseguí los de Bunbury,
Buguslabsky y Andreu, Valdivia andaba con su mujer y subió a su habitación.
Mientras cada quien iba subiendo, sólo uno de ellos se quiso ir a relajar al
bar del Hotel, y fue el baterista Pedro Andreu,
estuvimos amenamente con Pedro, mientras nos hablaba de su experiencia
en el concierto, asombrado por que estaba a su capacidad, a dicho Gimnasio le
caben unas 12,000 almas. Poco a poco el zaragozano fue entrando en confianza
mientras degustaba una pilsener local , y nos ofrecía Marlboro rojo, pudimos
ver una cicatriz en su pecho y nos comentó que había sido operado de corazón
abierto, asumimos que un cateterismo, pero Pedro, más joven en ese entonces, departía
y disfrutaba con nosotros en el bar del
hotel presidente. En un momento, hizo un
alto a la plática, y nos dice: “Miren, que tal si volvemos al bar donde
estuvimos ayer en la noche (La Luna Casa y Arte) bien podríamos tocar algo
acústico”. Lamentablemente era domingo y
el local estaba cerrado, pese a tratar de ubicar telefónicamente a su
propietaria, Beatriz Alcaine, en ese entonces.
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